DOMINGO DEL SEÑOR, también conocido por el nombre de «La Carrera» se celebra el domingo siguiente al Jueves del Corpus, e idénticamente con el mismo recogimiento y pomposidad se celebraba la procesión en la tarde del domingo. Lo único que varía es el recorrido por el que discurre dicha procesión el Jueves del Corpus (que siempre tiene el mismo recorrido), y sin embargo el Domingo del Señor cambia todos los años de recorrido, de forma que cada 5 años se ha completado «La Carrera» por toda la Ciudad, y así sucesivamente.
Cada año los habitantes de las calles por la que pasará El Santísimo, arreglan sus fachadas, las pintan y las adornan colocando sus mejores colgaduras, en las ventanas y balcones. Preparan altares, entre ramas, colchas y colgaduras, para que al pasar el Santísimo se detenga en cada uno de los altares y se entonen las correspondientes preces.
La noche antes del Domingo del Señor en un lugar situado entre las calles donde toca La Carrera tiene lugar una verbena organizada por los vecinos y a la que está invitado todo el mundo.
El domingo por la tarde seguida del volteo de campanas comienza la procesión que se dirige desde la Parroquia hasta la zona ya determinada de las calles que corresponden a dicho año. En una carroza hecha exclusivamente para el traslado del Santísimo, se instala la Custodia (una obra de orfebrería de gran valor artístico), bajo unos arcos repletos de rosas, y sobre un pedestal de plata.
La procesión transcurre por las distintas calles con el sonido del volteo de campanas y entonando diversos cánticos populares dedicados al Santísimo. Es tradición que aquellos vecinos a quienes les toca La Carrera, preparen en sus casas vino, limonada, pastas, rosquillas y demás dulces, para agasajar a sus invitados que por lo general son familiares, amigos, conocidos y forasteros.